La inmigración, ¿un problema o un beneficio?

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  Elhassane ARABI

  ¿La inmigración es un problema o un beneficio?, esta es la cuestión.

Es frecuente, en los últimos tiempos, asociar la inmigración con el paro, la inseguridad ciudadana y otros asuntos que rompen con el prototipo de la estructura social y cultural establecida hasta hace menos de una década. La llegada de nuevas caras y de nuevas culturas al territorio español ha supuesto una rotura con la sociedad que no ha conocido ningún cambio en su estructura sociocultural desde los tiempos de los reyes católicos. Es realmente curioso que, a pesar de los inmensos territorios conquistados por España desde la conquista de América hasta sus últimas colonias en África, no hubo grandes influencias ni raciales ni culturales que pudieran alterar mínimamente la estática cultura española que conservaba intactas sus orígenes medievales.

No fue así en el caso de los demás países coloniales como Francia o Inglaterra cuyas grandes urbes son unos auténticos mosaicos culturales. ¿ Por qué en España no se produjo dicho mosaico? Quizá, el miedo ha sido el factor principal del cerrazón de las fronteras españolas, el miedo al moro, al francés, al portugués, al negro, al amarillo y al indio, en definitiva a todo aquello que no sea español como lo fueron los abuelos y los tatarabuelos.

            Afortunadamente, hace algo más de una década, España empezó a recibir (queriendo y sin querer) personas de distintas zonas del mundo. Es realmente un reto de la sociedad española actual, romper con la tradicional autoconcentración y abrirse hacia nuevos aires de mestizaje cultural y racial en los tiempos de la globalización. No hay que extrañarse mucho ante los fenómenos de miedo y de xenofobia que muestra la sociedad española ante los extranjeros, sobre todo, si éstos son pobres y vienen con la intención de sedentarizarse definitivamente, en un intento de buscar su futuro lejos de las injusticias y dictaduras del tercer mundo.

              Hoy, la primera generación de inmigrantes está sufriendo todo tipo de presión social y política, desde la opinión pública hasta la cúpula política gobernante y pasando por gran parte de los medios de comunicación, todos achacan a la inmigración los males actuales de la sociedad: El paro y la inseguridad. La inmigración se convierte así en el principal problema para la opinión pública española. En cuanto al primero, los inmigrantes que trabajan en España, según señalan todas las encuestas, desempeñan labores que los españoles se niegan a desarrollar: el trabajo en invernaderos, en servicio doméstico, en pesca y otros tantos sectores de la vida económica rechazados por los españoles cuyo bienestar social les permite rechazar una serie de trabajos no muy bien vistos y remunerados. ¿Cuántos españoles están dispuestos a quemarse bajo los plásticos de El Ejido por 20 euros en vez de tomar el sol en Roquetas de Mar? En realidad muy pocos. Esto significa, pues, que la inmigración se ha convertido en el pilar de la economía de muchos sectores donde el inmigrante no compite con ningún autóctono y por lo tanto, debemos de borrar de nuestras mentes que la inmigración aumenta el paro en este país. Se equivoca de medio a medio, el que considera que los inmigrantes quitan el trabajo a los españoles. Pues el paro entre los inmigrantes es mayor que el de los nativos. En lo que concierne a la inseguridad ciudadana y a la delincuencia que está aumentando notablemente en estos últimos años, está claro que el puñado de delincuentes, de criminales y de asesinos no representan ni representarán jamás a los inmigrantes. Es más, la mayor parte de los inmigrantes que vienen a trabajar honradamente, están ansiosos por ver una respuesta firme por parte de las autoridades españolas, porque saben perfectamente que la actitud y el comportamiento de dichas bandas no hace más que dañar la imagen del inmigrante que le ha costado mucho sudor y sufrimientos encontrar un sitio en este país. ¿Cuántos colombianos están deseando que se ponga fin a la violencia que causan algunos de sus compatriotas? Y ¿Cuántos marroquíes están rezando para que las bandas del pegamento desaparezcan de los barrios del distrito centro de Madrid? Realmente todos. Habrá, por lo tanto, que endurecer la justicia contra los delincuentes y no contra los inmigrantes, porque hasta hoy los delincuentes se encuentran sueltos e impunes, bien por la dejadez de la administración, bien por la ley del menor, cuando la mayoría de los inmigrantes honrados están pagando todo tipo de presión administrativa y social.

              Es hora, pues, de contemplar todas las ventajas de la inmigración y no caer en la torpeza de considerar al casi millón y medio de personas extranjeras que viven y trabajan en España como amenaza a la seguridad ciudadana. La visión reduccionista a todos los colectivos de inmigrantes en meros delincuentes choca con el potencial económico, social y cultural que nos brindan, gratuitamente, estas personas que merecen mucho más respeto de lo que hoy gozan.

Hassan ARABI es escritor y Presidente de la Asociación Solidaria para la Integración Sociolaboral del Inmigrante.

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